La muerte de la sed
Jesus Christ died for nothing, I supposed
(Sam Stone)
Bebía mucho, demasiado, porque su amigo más fiel era la botella, decían. Demasiadas noches de luna ebria, con la borrachera dentro de nosotros. Si los bebedores tienen sed, las piedras hablan. Vivir en el bar y beber la vida, cada día. Una borrachera se olvida más rápido que nuestros recuerdos. Pasa la vida, igual que pasa la memoria.
Las cosas claras, también las ruinas, murieron. Hay allí una botella por donde entra el dinero de Salvador Julián y sale ebrio de tener sed. La bebida no da la felicidad, pero calma los nervios. Un hombre borracho es un cobarde, en la guerra un hombre borracho, también es un cobarde. Salvador Julián que había estado en la guerra, tenía un sueño sobre el desierto cada día. Una lluvia extraña, que lleva el dinero de Julián hacia la sed. Solamente el bar me agrada, qué es el bar sin beber nada, decía. Esto no es mucha cosa, la guerra seguirá. Mientras tanto, espirales infinitas de días y noches entre alcohol, para encontrar la paz, y algo de amistad. Demasiado vino, ni guarda secreto, ni cumple palabra.
¿Qué es la lucidez? ¿Qué es la vida? Tenemos que estar ebrios de vivir, de virtud, de vino o de de poesía. Existe en la naturaleza humana un sentido de locura, una pizca de irracionalidad. El vino es, poesía, y en el vino está la verdad. Desde la ventana puedo ver la vida pasar, mientras cae la lluvia. Después de la lluvia nace la hierba, después del vino, las palabras. Donde no hay vino, no hay amor. Lo que importa es tener sed.
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Alejandro Mos Riera, 2019
Texto extraído del libro de relatos «Vivir en los cuentos» (La vida es cuento)