“Mapa de ideas”
Un poemario de Alejandro Mos Riera
* * *
“Si llego a mi destino ahora mismo, lo aceptaré con alegría, y si no llego hasta que transcurran diez millones de años, esperaré alegremente también.”
Walt Whitman
Cada verso de un poema
oscila entre un siglo
y un segundo.
T. S. Eliot
***
Quien quiera que seas,
yo estaré en paz contigo,
más allá de mi corazón.
Donde quiera que estés,
tú estarás en paz conmigo.
Cuando todas las cosas se hundan en el mar,
con un poema de aire para invitarte a cantar.
Ahora, el movimiento marítimo abraza la Tierra.
Las minas profundas que surgen en este continente,
tan reales como demostradas,
volverán también hacia otro horizonte,
más allá de mi corazón
la niebla ya se ha desvanecido.
Yo lo miro, como fragmentos del sol
para nombrar la utopía en el horizonte,
de 7000 millones de hombres y mujeres
a través de 2000 años con el alma imperfecta.
Nada queda de mi canción escrita por las calles,
no obstante, ella no está ahora en la colina.
Desde oriente llega la tempestad
de uno a otro continente voces de fantasmas incesantes,
brotan en mi cabeza ideas nuevas,
blandiendo la espada del silencio del cielo.
Ahora, mientras espero, hasta el final se yerguen,
flores blancas y manzanos que duermen a ratos,
entre las islas llenas de sol naciente y las manos del aire.
Alumbra la belleza imaginada
hambrienta de tierra y mar,
por las ciudades invisibles.
Sin mirar a nadie la noche tranquila,
huracanada sombra de una estrella,
que se arrastra bajo mis pies,
en medio de la niebla, susurrando hasta mis ojos
y humedeciendo el corazón libre
mientras las olas se hunden en el mar,
para recordar los vientos del amor del norte.
Amor que nace allá en medio
de los restos de los naufragios florecientes,
aquellos que cubren mi ciudad de agua.
Todo desaparecerá enseguida
como estrellas fugaces en el silencio de la naturaleza.
En medio del ritmo del este,
las altas ciencias, sobre el mundo
mi nombre no significa nada para ellos.
En 1000 idiomas que sean como vosotros
en vuestra vida con la invisible alma de los milagros
que llenan todos los minutos del tiempo.
Mi vida en una isla
un anhelo eterno, epitafio de un poema,
se eleva como las ramas del árbol del mundo.
Nuestras biografías son nuestros inventos.
Entre la brisa alta y clara
de la música de vidrio y de hierro.
Del mundo entero, con sus pérdidas y sus ganancias.
La realidad de los mercados, origen de las ciudades.
Se marchitan ante la mirada de una mujer.
Los recién llegados saltan en forma de grandes hojas.
Roma se quiebra llena de palabras fértiles,
en primavera la noche platea mis cabellos,
sombras de la memoria, habitantes
de las montañas de la Luna, la mujer a quien amo.
Como la naturaleza de los ruidos
cantaré alguna canción para ti,
como una magia en tu cuerpo,
verdadero lenguaje invisible de lo oculto,
en las praderas duerme la tierna juventud,
llena de belleza moderna, en los lugares que ocupaban
la mayor ternura, para la felicidad del conocimiento.
Yo estaré en paz contigo ,
tú estarás en paz conmigo;
por dentro y por fuera como la arquitectura del hielo.
Muros del Sol, ante la visión de un camino.
Gritan mis compañeros qué puedo hacer,
sin ofrecerte las hojas de la diversidad majestuosa,
admirables para mí, lo que ahora son para vosotros.
Te extiendo la mano, como un amor en un jardín
más frescas que el mediodía mis viejas hojas eternas,
de la tierra en las regiones de tu amor.
Resplandece al Sol hambriento de las casas
que flamean el sueño en la reuniones los vientos.
La luz infinita, un preludio que se disfraza cada instante.
Lenta y firme multitud, sórdida en la amargura
de la destrucción. No hay nadie en la arena,
entonces el océano no era más que unas lágrimas
a la vista del mar. Así respiras el rostro del viento
de la libertad los bosques, de las banderas.
Han salido de ellas las genealogías,
qué debieron ser, aquí y ahora.
En el oráculo, este continente, directo, libre, triunfal,
exploradores abandonados, en medio del corazón
de la ignorancia, cerrados para siempre,
al acecho de los peligros verdaderos,
por encima de la ciencia del mundo
tan real como antes.
Agonizante mundo, de tierra, agua y fuego.
Las palabras del viento pesan en vuestra propia vida,
un valor incalculable para el alma
que hay inmaterial, en los caminos de la Luna.
Dan forma su alma, se agitan en la brisa del amanecer,
a las siete maravillas durante tanto tiempo,
que ramas silenciosas se marchitan
ante la mirada de un hombre o de una mujer,
inocentes señales ocultas de medusa,
en sus ojos que nos ven en una eternidad de piedra.
¿Qué flor brota al mediodía,
en medio de tanta bondad?
Vertéis todos los peligros,
contemplas los inviernos,
en medio de la tempestad,
en las regiones de tu amor.
Aún en mi vida errante llovieron sueños
sobre la tierra y el mar,
si yo aún soy capaz de amar,
la primavera para los amantes,
pasión de mis noches y de mis días.
A todos a quienes encuentro,
no estamos muy lejos el uno del otro,
en la profunda noche, de aquello
que llamamos poemas,
no son sino imágenes de rostros,
de aquellos a quienes amo.
En algún lugar os espero,
con mi alma robusta,
pequeña parte efímera del universo,
el latido de un corazón se encarna
en millones de años luz.
Un cosmos latiendo cada segundo,
abre las puertas tan lejos que no entiende
el murmullo de la profunda tierra.
Hay luz de día, esperanza
de vuestros ojos y les observo,
desde la cima de la energía,
que habla a todos imponente.
Ha llegado al cuerpo el alma
antes y después de la muerte.
No hay exceso tan grande,
sobre el presente, sobre el pasado,
el amor siempre lleno.
En la fuerza de las leyes del hombre,
altas pasiones para nosotros, que son la vida.
Todos las fatigas errantes,
verdades en la condición humana
que se desvanecen en el sur,
el pasado y el futuro se encuentran en la tierra y el mar.
Las ciudades, en el horizonte en la tempestad de la vida,
de los oscuros tiempos de otras épocas.
La canción del ser humano,
cantándose sobre sí misma,
una comunicación con el universo.
De uno u otro estilo, la promesa,
la garantía del futuro,
las cimas de las montañas,
o en los bosques del norte, en la mar,
desde todos los puntos, la vida,
hacia el futuro conduce desde el presente
por la fuerza del silencio.
A través de la noche del nuevo mundo,
las cosas nunca dichas, vencidas
por la multitud de héroes ignorados.
Nadie será olvidado.
Cuando todas las sombras
estén en su sitio,
también la luz del Sol
viaja hacia uno y otro lado,
haciendo un ovillo,
respirando la luz de su canción.
Descansaba el fulgor atroz,
en ansias de la cosecha,
que es la noche de los poemas,
como una flor y como una mujer
como la carne del hombre,
como el ataúd de la tarde, luz de la leyenda,
como la sombra del sol de la noche.
En la batalla de la sangre termina
la luna interminable por encima
de todas las fronteras.
Te juro que las cosas así serán,
en cada escalón en la torre de los siglos,
el cielo está ahí arriba todo boca abajo,
ídolo, imagen en mi alma, por encima del límite
donde se nos acaba el tiempo para salvar el planeta.
He visto así, misteriosos enigmas,
el enigma de quién soy en realidad,
que acepta el tiempo de manera absoluta,
como santo y seña de la vida,
carbón encendido del hombre
que hace un ovillo en sus ojos,
para pasar un rato en la clara luz de la sociedad.
Y desaparece como la noche,
el día como la escalera,
la primera luz del día
hasta el límite de la máscara,
mientras el sol termina de crearlo todo,
el timón del silencio y la altura.
En un lugar para siempre
me detengo mientras cae la lluvia,
la espuma no sabe
lo inmortal que es el agua,
el alma de un dios eléctrico,
invisible oscuridad del principio,
en algún lugar descansaremos,
para contemplar el cielo como un prodigio.
De todos los caminos de la tierra,
peinamos la brisa del mar más profunda.
En la playa de las formas múltiples
del océano, eso serás tú al final:
todos los hombres y todas las épocas.
De una tierra a la que pertenece el amor
después de un largo sueño en el jardín del mundo.
Sueño eterno, lo más maravilloso de la fantasía,
dormidos en el lugar visible del cielo nocturno,
adiós queridos compañeros,
desde el principio podemos decir que hemos vivido.
Desde la aguja de las estrellas,
contemplar el cielo una vez más,
convirtiéndose en sombras
que llenan los sueños de todas las fronteras.
Mis besos perdidos por cada umbral
abre una puerta en mi alma
sexualmente perfecta, la eternidad
en un grano de arena,
esta rica tierra de manzanos en flor
llega al final la espuma de la hierba,
se enredan las estrellas.
Clara y verdadera es mi alma,
claro y verdadero todo lo que no es mi alma,
observa todas las cosas que se hacen,
en la aventura de los días
hasta ser la morada del oriente
para no huir del hogar.
Quién soy en realidad
lo llevo en mis ojos,
como la madre de la mujer
de todo hombre.
Todos los pensamientos
al declinar el día, surgen
deteniéndose como el ovillo del cielo
en la galería de los descubrimientos,
enamorado del bosque de mis entrañas.
Las palabras nunca dichas
serenas y añejas, sin rumbo al poema
por su camino con su rostro de marina
en la llave de los corazones.
De los barcos que se hundieron en el mar,
el papel del cielo invernal,
las sombras oscuras de los radiantes soles,
la morada azul de la playa del firmamento,
la isla del oscurecer infinito.
En solitario, aquello urgente,
hasta el límite donde acaba el planeta
como un papel de plata.
Donde mis pies acarician las olas
sobre mundos enteros,
humilde como la puerta que lleva,
la bondad como el asombro
de mis confidencias, qué somos,
qué soy yo, qué vosotros:
las ceremonias de unos huesos.
Y ni siquiera es menos, que yo sé
que soy un ser humano, que avanza
constantemente hasta descifrar el mito de la vida.
Sé que soy inmortal en la órbita de lo humano;
y es tan noble ser mujer como hombre,
apasionado amor de la bondad carnal,
cosmos sensitivo del equilibrio final
hasta el mar de las estrellas.
Para la muerte qué significa la vida.
En todas las fronteras, el aire
abre sus puertas como un arquitecto
de la existencia y todo esto es
también transformado por el mundo,
como si hubiese rebosado el amor
de las arpas sonoras en medio del humo
de la pobreza, en medio de la muerte de los siglos.
El mapa desconocido de los mares del mundo,
los sueños mueren en la plenitud de la vida,
es mejor el sueño eterno que la resurrección;
todo ahora es paz, para pensar en el tiempo
y aún más allá la nube de la inmortalidad,
llena de muerte, tan llena de muertos, como de vivos
tanto de vivos como de muertos,
¡Oh alma mía! incansable espacio de tu silencio,
la naturaleza, el cielo, los árboles, sin cesar
las tinieblas de la esperanza.
Como los ríos, el alma de los árboles,
en compañía de las estaciones,
alrededor de mí la noche,
dulce reflejo de las estrellas,
fantástica derrota de arena,
no existe en el futuro sin nosotros.
Ayer, la gloria del poeta,
de todas las lenguas,
de las naciones en silencio,
para proseguir el viaje,
que vuelven en el recuerdo
de que cualquier cosa
vive su momento
y la vida en todos los momentos,
la humanidad libre
por un instante en un sueño
del corazón en todos los lugares.
El viento, muerte pálida
a través del amor desafiando
la mañana en la batalla de las aguas
los labios de las calles del traje de la ciudad.
Desaparece cuanto dices
y cuando haces en las ciudades
de los árboles, los habitantes de la tierra
cerca del camino, atravesando el cielo.
Agonía de la arena
que nada comprende, la playa
se desploma en los recuerdos
de la lluvia como si llorase en nuestro sol.
Contemplo el movimiento de todas las cosas
cerca de ti, de día y de noche
en tu vida cotidiana ,
la medida de la luna de los nombres,
sobre la tierra, los designios eternos.
De la naturaleza del aire
de nuestros inventos,
de la química de todas las cosas,
de la brisa alta y clara del mundo,
lleno de leyendas,
de la materia de los bosques,
de las llanuras una gran ciudad,
en el lugar donde los barcos quedan atrapados,
en los pensamientos de la tempestad.
Rememorar en la memoria
de mis sentidos para respirar
la aurora durante la mañana.
Los verdaderos poemas,
son manchas de sombras,
llamaradas de amor,
viajeros de todos los ríos,
amantes de la libertad.
Las crónicas de muchos siglos
circulan en tus venas, miríadas
de semillas para permanecer
en vuestro recuerdo
o en ninguno de ellos ,
construyen la verdadera realidad,
pero perdurará la vida,
en los placeres desde el norte.
Ahora he de partir hacia otro tiempo,
con un fugaz instante hacia otros océanos,
a una casa grande que es la ciudad.
Si es preciso
en una hora de locura y alegría,
de nacimiento, vida y muerte e inmortalidad.
En todo el mundo,
en cualquier parte, el flujo
inagotable del amor cálido,
sobre el pecho del agua,
en medio de la multitud,
la carne del amor
en el umbral de la puerta,
todas las noches del mundo.
Las nubes que has dejado atrás,
en las raíces de mis manos, no hay otra cosa
que las moradas de la libertad.
El alimento del que somos parte
mientras duerme la ciudad.
La vida en todas partes hiela la sangre
de la tierra y de los olvidos.
Apresúrate, he llegado a la luz y a la sombra,
a la danza que cae
durante todo lugar invisible ,
brotan ahora mismo.
Noche tras noche,
la naturaleza durante largo tiempo,
en el cielo de mi alma ebria y el mar
la fuerza del deseo,
las olas envolventes,
de las ramas secas,
desde las tumbas de la noche.
En las profundidades de la ballena,
sombrías al borde de la creación,
promesas de amor, de olvido.
Canto para el aire de todas las épocas,
la rebelión de los hombres y de las mujeres,
en cada una de las moradas del equilibrio.
Tan solo todo lo nuevo y lo antiguo,
como la belleza del día y de noche
para los náufragos de la luna,
bajo las estrellas en la batalla de los siglos.
No puedo hacer nada,
aquí estoy de pie, con mi alma.
Podría irme ya, cuando sea tarde,
como en el mejor poema del silencio,
a través del transparente cuerpo viviente.
De una mujer, la mar,
en el sexo, criaturas de las entrañas,
como la naturaleza, por la tierra, por la orilla
como el beso dulce de la nueva camarada.
Por tierra, por mar, te vas
a celebrar la vida como las ramas, frutas y los árboles
como el fuego de las hojas,
hacia el oleaje, a través de los témpanos de hielo,
en la electricidad de la tierra,
del camino, refugios del alma,
que respiran multitudes de poemas.
El verso de lo impreciso,
el aire de las chimeneas,
eternidad de humo.
El tiempo en las palabras,
nuestro tiempo limitado,
por mundos y universos
de tiempo infinito,
oda a la tierra en movimiento,
recorre las costas.
Fotografías silenciosas,
de un imponente museo de los siglos.
La vida de la muerte qué son al fin,
sino los caminos que conducen
a la vida y la muerte nuestra vida
en un ser universal vital,
constelaciones de nombres fantásticos,
compañeros en tierras inexploradas.
Sus miríadas de palabras comprenderán
que nada es menor que ellos,
nada es más nuevo y poderoso,
en un mundo infinito,
en la noche que hilvanan los sueños.
¿Dónde andas con la cabeza descubierta?
Los labios de la mujer que amo,
lenguaje secreto del silencio,
las estrellas bajo el mar,
las montañas bajo las estrellas,
el espectáculo del rumor
de multitudes de vida y eternidad,
perdiéndose en la lejanía.
Una luz siempre renovada
veloz vuela como un corazón
poderoso de nubes negras.
Otro día en la tempestad de la vida,
el último rayo del sol,
el camino de antaño todos los días
y no entiendo nada ni nadie,
tú no me comprenderás,
nunca la noche se extiende
más allá de la tumba celeste.
Un punto azul pálido, hacia el futuro,
la historia de los días, singularidad
de cualquier cosa que vive.
Recorremos los senderos,
en las calles perdidos,
en el alba de los sueños,
la música de la tormenta,
sobre las praderas después
del fulgor del sol, más y aún más lejos,
significa que en el cielo, mi dulce compañera,
te hundirás, y todos nos hundiremos contigo,
en todas direcciones viajaremos siempre jamás.
En la desnudez de la tierra,
a donde me voy contigo,
nuestro tiempo se detendrá en el cadáver
material del pensamiento,
identidades permanentes en su propia alma,
en el momento de la noche, bajamos por las calles
o paseamos por los senderos, hoy
donde los sueños se pierden en la distancia
en la fugitiva luz de la luna.
Para ti, humana es la victoria
de mis plantas, de las tumbas destruidas,
el rostro inmortal de la estrella,
lanza sus rayos púrpura
en las llanuras del silencio.
Estos recuerdos de sueños,
paisajes de la hora precisa con su sombra.
No han de llegar todas las cosas
sino esta belleza, a este día enérgico,
y semejante al mar de las grandes formas.
Alrededor de un aprendiz,
la libertad de los animales,
hasta el último milagro de la tierra,
para desaparecer, nuestra vida se extingue
con vuestras raíces, adiós
en pos de mí, las letras de un libro
que no oculta la maravillosa belleza
del océano anónimo del sol,
rabioso de ráfagas heladas,
cerca de la playa, las sombras de la noche,
tengo una palabra como un arma breve,
un significado oculto en millones de corazones
universal anatomía de un alma.
El aire, la libertad, la tolerancia,
terreno firme para todos.
El tiempo y el espacio todavía ausente,
la fantasía de un poema,
mientras cae la noche, vive cada momento,
adiós ríos de la muerte,
frío huerto eterno de la primavera,
escrito en pedazos de papel.
Escenas de mucho tiempo atrás,
colmados ahora, en el sol
de todos tus hijos la luz de los humanos
que creen en los humanos,
las almas comprenden las almas,
las vidas a la vera del camino,
a la vista del mar, en las olas de la memoria.
Ni una sola voz,
quien quiera que seas,
dejamos atrás un mundo más nuevo,
de fuego celeste es la noche,
vuelvo a él como a las palabras mágicas.
Nuestro sol vive
por la naturaleza de la libertad,
ni hoy ni nunca el mar ilimitado,
palpitante para todos,
a través del espacio del tiempo.
Allí se alza la gran ciudad,
del universo libre,
arquitectura humana.
Te transmutan extrañamente
los cantos de despedida,
que pertenecen a las células,
los amantes recuerdan el pulso herido
de los sentidos alrededor del mundo,
encontrado el deseo amoroso
somos rocas de lágrimas, risa, llanto, sed…
En un minuto, en el techo del mundo,
te encuentro eternamente,
para contemplar el firmamento,
poblado de estrellas hacia el infinito,
nunca será suficiente conocer el universo.
El rostro pálido de la timidez latente
en todas las cosas, en mi corazón.
Adherir la rebelión del cosmos
en los placeres de mi ser
los malvados infiernos y los justos ángeles.
Todas las épocas, en las estrellas del cielo,
se echan a volar como círculos de la esperanza,
todo el bien y el mal sin cesar hasta la muerte,
a quien quiera que acepte el universo.
Me detengo en mi camino, para avanzar un instante
sobre el pasado y construir el presente.
En mi poema brotan de mí las estaciones y las multitudes,
desde la cima al camino que se extiende ante mí.
No necesito nada para el alma,
sino la cercanía de cosas bellas.
Se extiende a lo lejos el hielo,
con la mar en el pensamiento,
para dormir en la tempestad
bajo el manto de la noche.
La raíces de las máquinas en nuestro mundo actual.
En paz conmigo, en el silencio de la mente.
La naturaleza no te impone ni señor, ni alma,
ni dueño, ni carne, ni dios, si no es para hablar
como a las leyes del tiempo viajan,
desde aquí, hacia allá,
como los caballos salvajes
de la tierra al mar
y al huracán en los vientos del navío.
El espejo fue el principio invisible,
pero real en el tiempo y el espacio.
Sobre las aguas, una
y otra vez, en un sueño,
desde la altura poderosa
del trono en el cielo, he visto el mundo
que se alzaba a mi alrededor, en las tinieblas.
Muestra al mundo el sol silencioso,
otra vez, en la noche solemne,
sobre los campos de terror,
quien quiera que seas.
En la claridad de tu mañana,
en cuerpo y alma, directamente,
el telón del continente,
cómo podría negarme
a mí mismo como una antorcha en llamas.
En la próxima orilla nos remite,
a la tradición de las imágenes,
las poesías de las musas,
amor después de la tormenta,
en un mundo de oro encadenado,
a los mares en la tumba de la luz y el aire.
Y vuelve a su patria,
mientras se alejan
de los meses y los años,
en la penumbra todos
en la paz de cada tribuna.
Hemos cumplido aún más allá
de la materia del tiempo,
una nueva luz agonizante, sin duda
lo único real es la noche estrellada,
tal vez puede engañarme
el rumor de las olas.
Abandonad toda esperanza,
sin alcanzar la ilusión,
ni el final del cosmos,
la ambición en el cielo,
que tienen en su alma muchedumbres
sin una voz en cada árbol,
mensaje en las tinieblas,
insignificantes en la tierra.
En un poema escrito sobre una vieja tumba.
Panteón espacial celeste,
como epitafio, una larga mañana del alma,
madura la segunda vida
de la riqueza confusas, lejanas nubes preclaras.
En cada época, las ramas de los árboles,
el aire fresco contiene el renacimiento,
los años de la vida en este poema cósmico,
crepúsculo rebosante de rosas efímeras,
el fulgor de estrellas muertas,
la vida siempre aún por descubrir.
* * *